14 ene 2011

Indignado jugador de Magic: The Gathering.

Este relato lo encontré por internet hace poco, pero tiene ya su tiempo, por lo visto tiene sus origenes en la página de putalocura.com. Se trata de un jugador del juego de cartas Magic que se dispone a participar en una conocida competición que tiene lugar en Madrid, prestad atención a lo que le va pasando a este personaje durante la competición:





PRIMERA PARTE
Pues sí, tal y como podéis leer en el título, he sido DESCALIFICADO del Grand Prix de Magic: The Gathering que se ha celebrado este fin de semana en Madrid. Hace más de diez años abandoné la enseñanza secundaria (malas calificaciones, pues se me quedaba pequeña) para entrar a trabajar en mi tienda habitual, empezando desde lo más bajo, limpiando vitrinas, para poco a poco ir ascendiendo en el ORGANIGRAMA, hasta el punto de impartir cursos de iniciación a Magic: The Gathering a NIÑOS, organizar (y ganar) multitud de torneos allí e incluso quedarme como único responsable del establecimiento cuando mi jefe se iba a comer. Todo esto sería la antesala de la Gloria, los duros inicios que recuerdas con cariño cuando estás en lo más alto, cuando eres PRO. El Grand Prix del fin de semana pasado estaba llamado a ser la puerta que me daría acceso al circuito profesional, así como a las HERCÚLEAS cantidades de dinero que en él se manejan.

La preparación fue durísima. El formato del torneo era Baraja Sellada, consistente en montar una baraja de 40 cartas con el material que aleatoriamente te toque en un mazo y dos sobres adicionales. La colección a la que pertenecen estos últimos aún no ha salido a la venta, pero como ya se ha jugado algún otro torneo de estas características anteriormente, su contenido ya estaba filtrado en internet, de modo que me monté un EXHAUSTIVO plan de estudio. Jamás en todo el tiempo que llevo trabajando en la tienda he cogido vacaciones. Primero, porque AMO mi trabajo, y segundo, porque mi jefe, palabras textuales suyas, no puede permitir que las coja, pues soy absolutamente IMPRESCINDIBLE e IRREMPLAZABLE. Como esta ocasión lo merecía, y con todo el dolor de mi corazón, le pedí que me concediera una semana libre para prepararme la competición, a lo que aceptó de buen grado, aunque habré de pagarle todo el dinero que en mi ausencia no se haya generado en la tienda. Lo que se dice un pacto de CABALLEROS, entiendo su postura y me parece justo.

Nada más terminar mi jornada laboral marché hacia mi casa, no sin antes pasar por la farmacia de guardia (es lo que tiene trabajar de sol a sol) más cercana para intentar hacerme con algún producto para mantenerme despierto el mayor tiempo posible. La farmacéutica empezó a enseñarme todo tipo de mierdecillas que no respondían a mis exigencias, así que saqué la artillería pesada: deslicé un billete de diez euros en el mostrador mientras me llevaba la mano a la boca haciendo que tosía, pero pronunciando anfetaminas. Teníais que haber visto la cara que puso la mala puta esa, como si estuviera cometiendo algo ilegal. Amenazó con llamar a la policía, a lo que yo subí el tono y le solté que no sabía con quién estaba hablando, que era jugador profesional de Magic: The Gathering (una pequeña licencia temporal, al fin y al cabo en una semana iba a serlo), y que si me salía de la polla le cerraba el chiringuito gracias a mis contactos en el Gobierno (padre funcionario). No se tragó el farol y llamó al 091, con lo que tuve que salir a toda prisa de allí, mangando de paso unos potitos de un stand (mi segundo vicio; huelen como los bebés).
Una vez en casa, comuniqué a mis padres que me había cogido una semana de vacaciones, ordené que no se me molestara salvo para comer, cogí el orinal y me metí en mi habitación para comenzar la preparación.

Planifiqué la semana venidera como un aislamiento total. Mi plan en un principio era memorizar todas las cartas de la nueva colección, unas 180, y para ello debía dedicarle en exclusiva esos días. No tardé en darme cuenta de que salir a comer iba a ser una pérdida tanto de tiempo, como de mi estado CATÁRTICO de concentración, de modo que exigí a mi madre que me dejara el plato en la puerta de la habitación cuando yo hubiera sacado el orinal lleno. Entonces, ella cambiaría uno por otro, vaciaría y limpiaría el último y lo cambiaría por el plato vacío, que habría sacado yo al terminar de comer. Todo esto sin llamar a la puerta ni tener ningún tipo de contacto conmigo, por aquello de no romper mi ambiente de meditación. Decidí también dejar de entrar en este foro para no distraerme, para volver tal día como hoy victorioso y narrar mis hazañas.

El primer día y la primera noche fueron bastante bien, pude memorizar unas veinte cartas en total, y aunque tendría meterme las 160 que quedaban en los seis restantes, esto no debía suponer un problema, pues logré contactar con un viejo amigo del Instituto. Juntos tomamos en su día la decisión dejar los estudios y dedicarnos a jugarMagic: The Gathering a nivel profesional. A él le fueron bastante peor las cosas que a mí, y al contrario que TRIUNFAR en la vida como yo, se dedica a traficar con toda clase de sustancias. Luisito Seisdientes es conocido en el barrio por ir siempre con el mismo chándal mugriento azul eléctrico y rosa, de esos con forro por el interior. Total, que le llamé y me comentó que tenía la respuesta a lo que estaba buscando, en forma de SPEED. Me trajo la mercancía directamente a casa en una discreta bolsita hermética transparente, que mi madre se encargó de recoger y pagar con un dinero que había dejado junto al orinal, con una nota en la que explicaba que le había encargado a Luisito un poco de cola blanca para unas manualidades que estaba haciendo. Discreción ante todo, pues a mis padres las drogas les gustan tan poco como a mí, aunque esta vez decidí hacer una excepción; TODO valía para alcanzar mi sueño de convertirme en jugador profesional de Magic: The Gathering.

Nunca hasta entonces había probado las drogas, me parecen para ENFERMOS DE MIERDA, y siempre las he rechazado, como aquella vez que me fui de putas y ya relaté en este foro. Por ello, no tenía mucha idea de cuál era la dosis adecuada para cada día, así que decidí dividir entre seis los seis gramos que me trajo mi amigo. Para no perder tiempo entre toma y toma decidí metérmelo todo de golpe, así que cogí una carta de tierra básica, dividí el producto en seis partes iguales, preparé una fila con una de ellas, enrollé la cartita y me lo metí todo para adentro. La hostia que me metió en la
 cabeza fue de campeonato, mis piernas cobraron vida propia y me levantaron de la silla, lanzándose en FRENÉTICA carrera hacia la pared de mi habitación que pega con la de mis padres. También esta hostia fue de campeonato. Tanto, que entraron alarmados a ver qué me pasaba. Desde el suelo pude ver la cara que puso mi madre al ver el CHIRINGUITO que tenía montado en la mesa. Me levanté IPSO-FACTO y les monté un pollo a grito pelado, echándoles en cara que habían roto mi dinámica de estudio y que ahora me costaría un montón volver a retomarla. Les eché de allí y les dije que me dejaran en paz y que se dedicaran sólo a limpiarme la MIERDA del orinal y ponerme un plato de comida cuando tocara. Puse una estantería delante de la puerta por si acaso se les ocurría volver a entrar a tocarme los cojones.


El resto lo tengo un poco borroso. Recuerdo que después de la discusión me metí un poco en internet a relajarme. Encontré unas páginas de tuning de cartas de Magic: The Gathering. Esto es una modalidad perfectamente legal, consistente en pintar encima de ellas motivos o bien relacionados con el dibujo original, haciendo que éste ocupe toda la carta, por ejemplo, o bien mayores frikadas como sustituir la ilustración original por una de Star Wars. Os dejo algunos ejemplos para que os hagáis una idea.


Pues bien, encontré una del Ángel de Serra, carta mítica donde las haya, en la que la habían pintado completamente desnuda. Con el FRENESÍ de los estimulantes que había consumido no pude evitar hacerme una paja con ella. No voy a negar que una de mis fantasías ocultas era montármelo con un ángel de estos, y ya puedo considerarla medio realizada, hasta que pueda cumplirla de verdad en la realidad. También me la casqué con la tía que han pintado encima de los Birds of Paradise que os he puesto arriba. No suelo masturbarme mucho porque dedico la mayoría de mi tiempo a Magic: The Gathering, pero vuelvo a recalcar que en el estado alterado de conciencia en que me encontraba todas esas PAJAS PERDIDAS afloraron de golpe, haciéndome entrar en una espiral onanista. Cayeron bastantes pajas con cartas tuneadas que insinuaban desnudos femeninos, pero cuando no pude encontrar más me dediqué a hacérmelas con las ilustraciones originales de las cartas. Os adjunto algunas con las que me las hice. No puedo recordar todas porque fueron cuatro días seguidos en este plan, parando sólo para comer, cagar y meterme el gramo diario.

Y hasta aquí puedo recordar. El viernes por la mañana desperté en el suelo de mi habitación, desorientado, con los pantalones bajados, la polla fuera, enrojecida, un horrible sabor en la boca y las manos manchadas de color marrón. Junto a mí estaba el orinal, y ni rastro del plato de comida. Supongo que en una de esas oscuras noches de droga y paja mi madre se olvidaría de cambiarme el plato por lo otro.

La semana de preparación se había ido a evaporado, pero confiaba en mis posibilidades y en mis ENCICLOPÉDICOS conocimientos para hacerme con el torneo. Salí de mi habitación y ni rastro de mis padres (de hecho aún no han vuelto). Me duché y me encaminé al recinto ferial de la Casa de Campo para inscribirme. El Grand Prix empezaría el Sábado...

PARTE 2


El Viernes por la mañana me encaminé al recinto ferial de la Casa de Campo para hacer la preinscripción. Es lo único que había que hacer ese día, porque el Grand Prix empezaba el sábado. Total, que llegué al pabellón y eché un vistazo al panorama. La proporción de mujeres debía ser como de veinte o treinta a uno, confirmando una vez más mi teoría sobre estas PUTAS. Si acaso podía verse a alguna de mediana edad acompañando al crío de diez años a apuntarse. 
Esto no me parece mal, porque de no ser porque mis padres se habían ido de casa cuando desperté, seguramente hubiese hecho que mi madre me acompañara a apuntarme, para que entablara conversación con 
otra mientras yo cambiara cartas con su hijo, sometiéndole a VEJATORIOS y desiguales intercambios, apoyándome en mi autoridad como empleado de tienda. 

Pero no, ese día me tocó ir solo, aunque no iba a dejar pasar la oportunidad de irme con algo para engordar mi ya de por sí TITÁNICO pool de cartas. Veréis, entre la fauna que asiste a este tipo de eventos se cuentan los vendedores ULTRA-BARATOS, que suelen ser guiris que vienen con lo puesto y se costean los gastos (hotel, comida, transporte...) vendiendo parte de sus colecciones a precios de risa. Efectivamente, sentado en las escaleras, junto a la cola, había uno de esos, con una maleta y unos cuantos álbumes de exposición. Ver flipar a la gente con cartas a un 50% de descuento me puso de malísima hostia, porque toda carta que vendiera ese HIJO DE PUTA iba a ser una carta de menos que se iba a vender en mi tienda, reduciendo su facturación y aumentando la deuda con mi jefe. 
De modo que me acerqué cuando había unos adolescentes arremolinados alrededor y sometí a todos y cada uno de sus archivadores a un EXPOLIO que sonrojaría al mismísimo Atila, gracias a mis IMPRESIONANTES habilidades manuales. Después de devolvérselos le dije al tipo que no quería nada, y al abrirlos se dio cuenta de lo mucho que faltaba. Me empezó a gritar en su idioma y se echó hacia mí para golpearme. Pero justo en ese momento señalé a la putita del grupo de chavales, a la zorrita que dentro de un par de años se olvidará de que jugaba a esto y mirará con desprecio a los que seguimos dentro. La señalé, como dije, mientras en un PERFECTO inglés pronunciaba "It was sheit was she!". Metí la mano en su bolsillo trasero y por arte de magia salieron de él unas pocas de las cartas que faltaban. El guiri se disculpó conmigo y pidió ayuda a los de seguridad, que avisaron a la policía que, a su vez, se llevó a todos a comisaría. Para cuando registraran a todo el grupo y se demostrara que no tenían nada más encima yo ya estaría en mi casa, preparando el GP. Y sí, por culpa de ese vendedor yo le debo 2000 euros a mi jefe, pero ese cabrón esa noche la pasó AL RASO. 
Después de esta JUGADA MAESTRA me puse en la cola para hacer la preinscripción, y me enteré de que costaba nada más y nada menos que 30 euros. Además, según pude escuchar a los que iban delante, aunque la competición del sábado se decidiría al mejor de 9 partidas, ellos ya iban con dos ganadas (o byes, como lo llamaban ellos), por tener nosecuantos puntos de la DCI. Esta DCI parece ser que era la organización responsable del GP, la que nos cobraría los 30 euros. Llevo prácticamente la mitad de mi vida trabajando en una tienda de MagicThe Gathering y os puedo jurar que en la puta vida he oído hablar de la tal DCI. Esta MAFIA da byes a gilipollas cuyas habilidades son a todas luces inferiores a las mías. Así que cuando llegué a la mesa de las inscripciones y me dijeron que tenía que hacerme un carné de la DCI me negué en redondo, pues yo no formaría parte de esa farsa. Se me acercó un tipo vestido como los de Foot Locker y me comentó amablemente que ese trámite era gratuito, y que sin él no podría participar. Al final me cameló, aunque luego me enteré de que era uno de los jueces de la DCI, y que por eso iba así vestido. A pesar de todo, intenté hacer valer mi condición de jugador INVICTO en mi tienda, y exigí cuatro innegociables byes como mínimo, que fueron negados ya que ninguno de los torneos que había ganado eran sancionados por la DCI. Estuve por subir el tono y montar un pifostio, pero al ver que seguridad se estaba acercando y que me encontraba en la boca del lobo accedí a partir de cero en el GP, aunque yo siempre tengo un plan B. Eso sí, ya me he puesto en contacto con el del blog de Matrix para que destape toda esta mierda. 
Salí del recinto, y en las inmediaciones me crucé con gente que repartía publicidad. Ésta no era normal y corriente, sino que cadapanfletito llevaba adosado una carta de MagicThe Gathering como reclamo. Por supuesto era una puta mierda, pero era la típica golosina que puedes encasquetar a un crío sin mucha idea, y nunca está de más aumentar el pool de cartas. Había como tres o cuatro de estos repartidores, así que hice una pasada, tiré los folletos y me guardé las cartas. Me escondí detrás de un seto, le di la vuelta a mi camiseta para que no me reconocieran e hice otra pasada. Después me quité los pantalones y la camiseta, e hice otra pasada al trote, como si estuviera haciendo footing y no supiera de que iba la cosa. Mis calzoncillos largos (tengo facilidad para coger frío y HACER MAL DE VIENTRE) daban el pego como chándal, así que tampoco me dijeron nada. Pero esta vez, cuando despegué las cartas para guardármelas, vi de qué iba el folleto. Era publicidad de otra tienda. Y ahí si que se me hincharon las pelotas, al ver semejante acto de competencia desleal. Me puse los pantalones y me anudé la camiseta a la cabeza como si de un pasamontañas se tratara, y me lancé en FRENÉTICA carrera hacia el primero de los repartidores. Con un ágil movimiento le arrebaté todo el taco y me dirigí a por los demás, con idéntico resultado. Después corrí a toda prisa hacia el metro, mientras ellos se quedaban atrás, paralizados, ABRUMADOS por mi inverosímil velocidad, como la Mujer Biónica, con ruiditos y todo. 
Finalmente llegué a mi casa, y como aún no se me había quitado el cabreo con lo de la DCI decidí que, si ellos iban a darles byes a susamiguitos, haciendo que partieran con ventaja sobre mí, yo jugaría WITH MY OWN RULES. Este es el kit de intervención que preparé para mi participación en el GP:

1 Cartas de Eventide y Shadowmoor, las dos ediciones en las que se basaba el GP, compradas a precio de oro en eBay a gente que ya había jugado este tipo de eventos. 

2 Dinero CONTANTE y SONANTE. Los ahorros de toda una vida trabajando en la tienda (unos 1000 euros). No puse el fajo entero porque me parece de mal gusto comer delante de los pobres. 
3 COCAÍNA guardada en una funda de carta. Comprada a Luisito en lo que me acercaba a casa. El torneo empezaba a las diez de la mañana y a razón de hora y algo por ronda, siendo éstas nueve, requerirían un esfuerzo físico considerable. Esto como mínimo, ya que entre los mejores clasificados tendrían que jugar más rondas para ver quién quedaba mejor. Esta sustancia me proporcionaría los reflejos y el aguante suficiente para estar todo el día al pie del cañón. 
4 Tarjetas//Vale-por-un-euro de la tienda. Sacarle uno de estos al principio de cada partida al oponente supondría un efecto psicológico DESESTABILIZADOR, ya que sólo por el hecho de trabajar en una tienda de MagicThe Gathering se sobreentendería mi MAESTRÍA en El Juego. 
5 Recolectora, mi baraja para los eventos paralelos al GP o partidas casuales. Gracias a mi PORTENTOSO nivel terminaría mis rondas antes de tiempo, así que para no aburrirme podría inscribirme en una de las muchas competiciones que se desarrollarían en elGP, aparte de la competición principal. He de avisar de que no se trata de la MÁQUINA PERFECTAMENTE ENGRASADA que llevo en la firma; Ésta es una azul con multitud de Control MagicConfiscate, etc... Todo cartas para ganar el control de las cartas del oponente, y cuyo funcionamiento ya explicaré. 
6 Jersey de lana. Gracias a sus amplias mangas puedo desarrollar todas mis tretas, y además protege del frío a mi sensible vientre. 
Y así, me fui a la cama listo para DOMINAR el GP el día siguiente.

PARTE 3
El sábado madrugué para irme al GP, que empezaba a las 10.00 de la mañana. Cogí mi kit de intervención pero al salir por la puerta me di cuenta de que no llevaba nada para comer. Podría haber comprado algo allí, pero si en toda mi vida apenas he gastado dinero enMagic: The Gathering, no iba a hacerlo entonces en algo tan ACCESORIO como es la comida. Desgraciadamente, debido a la espantada de mis padres días atrás, ya no estaba mi madre en casa para prepararme nada. Y no os quepa duda de que no me habría temblado el pulso para despertarla, pues así lo habría querido ella, la mujer detrás del GRAN hombre, siempre atenta a mis necesidades, como cuando le despierto de madrugada porque REQUIERO un vaso de agua para conciliar el sueño. Cuánto echaría de menos, horas más tarde, aquellos deliciosos bocadillos de quesito en porciones que solía hacer cuando empezaba a apretar el calor. Pero no, esta vez estaba yo solo frente al mundo, y me tocaba a mí sacarme las castañas del fuego. Puse en marcha mi PASMOSA maquinaria mental y casi instantáneamente se me vinieron a la cabeza los potitos que mangué en la farmacia hacía ya una semana. Volví a mi habitación y efectivamente, allí estaban, junto a la ventana. Ellos me proporcionarían el aporte calórico, PROTEÍNICO y energético necesario para tomar al asalto el Grand Prix de Madrid. 
Antes de relatar mi andadura en el torneo, haré un pequeño recordatorio de sus bases. El formato era Baraja Sellada, en el que a cada participante se le daba un mazo de Shadowmoor y dos sobres de Eventide. Las cartas en ellos eran completamente aleatorias, y con ellas debería construir una baraja de 40 cartas. Como podéis ver, aquí todo el mundo partía en igualdad de condiciones, siendo el conocimiento de la colección el factor que separaría a la gente en dos grupos: los MEDIOCRES, en un lado, y YO, en el otro. En total se jugarían nueve rondas suizas al mejor de tres partidas. Este sistema otorga tres puntos por ronda ganada, uno por empatada y cero por perdida, y te empareja en la siguiente con una persona con tus mismos puntos. Pasarían al día siguiente de competición 128 personas, y teniendo en cuenta que se esperaba una asistencia de bastante más de mil personas, estimé, mediante un COMPLEJO cálculo matemático, que el corte estaría en torno a un balance de 7-2. Todo un reto, pues yo partía de cero, no como algunos mafiosos afiliados a la DCI, que podían llevar un par de partidas ganadas por la cara. Dicho esto, pasemos a lo que aconteció en el GP. 


Ronda 0: reparto del material y registro de éste. 
Ésta es la parte previa a la competición propiamente dicha. Nos asignaron un puesto en una de las muchas mesas que había, y empezaron a repartir los mazos y los sobres, junto con una hoja en la que debíamos registrar las cartas que nos tocaran. Acto seguido, le pasaríamos todo al compañero de enfrente para que verificara nuestro trabajo, y finalmente correríamos todo al jugador a dos sillas a nuestra izquierda, y podríamos montar nuestra baraja con el nuevo material. De este modo la organización se asegura que nadie haga pirulas llevando cartas de casa, porque las hojas de registro se las entregan a los jueces, que en cualquier momento pueden revisar tu baraja. Todo esto, en cincuenta minutos.

El ambiente era distendido, a un GP se puede presentar cualquiera, y salvo los pros, nadie iba con la intención de ganar nada. Mi compañero de enfrente resultó ser bastante simpático, aunque también muy tímido, pues era la primera vez que se presentaba a una cosa de éstas. Me cayó bien, así que para tranquilizarle le conté un poco mi historia, mis IRREPRODUCIBLES victorias en cientos de torneos, mi labor en la tienda y cómo iba a erigirme en jugador profesional de Magic: The Gathering una vez hubiese ganado el GP. El chaval escuchaba sin decir palabra, obnubilado por mi gracioso VERBO, y miraba a los jugadores de alrededor, sin dar crédito a lo que estaba viviendo, a quién tenía enfrente. 
Repartieron el material y lo registré en la hoja a la velocidad del rayo, mientras mi compañero aún estaba ordenando las cartas por colores. Vale que, como he dicho, el ambiente fuera agradable y tal, pero yo no iba allí como jugador casual, sino como COMPETITIVO, así que en ese momento terminó toda actitud condescendiente por mi parte, y me convertí en la ansiosa criatura SEDIENTA DE GLORIA que soy cuando estoy metido en harina. Comencé primero a hacerle comentarios sueltos sobre su poca soltura, siempre cordialmente, a lo que el respondía que estaba un poco nervioso por ser su primera vez y tal. Poco a poco subí el tono, y empecé a acusarle de que estaba perdiendo tiempo a propósito para que no me diera tiempo a verificar lo suyo, de ser una MARIONETA pagada por la DCI, puesta allí para forzar mi descalificación. Él se afanaba en negarlo todo, jurando y perjurando que sólo había ido a para pasar un buen rato, con las manos temblorosas y el sudor chorreando por su frente. Y eso que aún quedaba tiempo de sobra, pero amigos, yo ya había empezado mi guerra. Al final, después de esta concienzuda labor de anulación del adversario, intercambiamos el material para verificar si lo que había hecho el otro era correcto. 
Reconozco que a pesar de la enorme presión psicológica a la que había sometido a mi compañero, él aún seguía entero, dando muestras de ser realmente avispado, pues amablemente, aunque con SUMO temor en su mirada, me comentó que me había equivocado al registrar un par de cartas, algo que si es apercibido por un juez puede conllevar una sanción. Un gesto honroso, sin duda. Yo, por mi parte, me dediqué a alterar SISTEMÁTICAMENTE su hoja sin decirle nada, tachando por aquí y apuntando de más por allá. Así, le comuniqué que todo estaba bien, y cuando se terminó el tiempo de registro rotamos el material como indiqué anteriormente, dando comienzo los cuarenta minutos para montar la baraja con la que habríamos de competir. 
No tardó en venir un juez a pedir explicaciones a mi compañero, ya que el tipo al que le tocó lo que él había registrado comprobó que no coincidía absolutamente nada de lo que venía en la caja con lo que ponía en la hoja. El chaval se puso pálido, y me miró con ojos de cordero degollado, pues era evidente que una equivocación podía tenerla cualquiera, pero semejante desaguisado estaba hecho con la clara intención de joder al prójimo. Ni qué decir tiene que fue expulsado inmediatamente del GP, con los ojos como platos, sin saber a ciencia cierta lo que le estaba sucediendo. En lo que a mí respecta, puesto que no tardé ni cinco minutos en terminar mi baraja, gracias a mi SAPIENTÍSIMO bagaje, pude deleitarme con toda la escena, con mis INABARCABLES brazos cruzados (acentuados por mi jersey azul) sobre mi pecho, como el Ernham Djinn de mi avatar, con SEVERÍSIMA expresión facial, pero con inmensa satisfacción interior, pues había una piraña menos en el acuario. 


Ronda 1 
Aún con toda la mierda que rodeaba al torneo por culpa de la mafia de la DCI, he de decir que a pesar de la desventaja inicial con que partía, mi intención era la de ganar las partidas con todas las de la ley. Esta primera ronda me enseñó que no sólo la organización estaba podrida, sino también los jugadores. 
Una vez terminado el registro de nuestras barajas, y de entregar a los jueces la hoja con la lista definitiva, se publicaron los emparejamientos de la primera ronda. Me dirigí a la mesa que me correspondía y allí me encontré con mi oponente. La primera partida fue una auténtica merienda de negros, el tipo me barrió como nunca en mi vida me habían hecho. Esto sólo podría indicar una cosa, y es que ese cabrón había hecho trampas y había pegado el cambiazo trayendo su propia baraja de casa. Lo normal hubiese sido llamar a un juez y hacer que comprobase su baraja, pero teniendo en cuenta el más que seguro COMPLOT que la DCI había urdido contra mí, decidí que me saldría más a cuenta solucionar el asunto por mí mismo. 
Después de la primera partida se puede banquillear, que simplemente es coger cartas que no hayas usado para construir tu baraja e intercambiarlas por las que sean menos adecuadas para el emparejamiento. Eso sí, en la primera partida de cada ronda tienes que jugar con la lista de 40 que has entregado al principio. Total, que saqué las cartas que había comprado por eBay días antes y banquilleé unas veinte. Ahora tenía una baraja realmente BROKEN, compuesta por la flor y NATA de la edición. Teníais que haber visto su cara cuando me lo follaba al cuarto turno en las dos siguientes partidas, cuando en la primera apenas pude bajar nada hasta el séptimo. Y es que a mí nadie me toca los cojones. 


1-0 

Ronda 2 
En la segunda ronda me tocaba enfrentarme a un chavalín de unos doce años, aniñado y muy guapo de cara, vestido con un pantalón corto, APRETADO, que dejaba atisbar unas piernecitas sin un solo pelo, sugiriendo que la pubertad aún no había empezado a hacer estragos en él, y que su culito estaría igual de peladito. Mmmm, una lástima que el destino nos jugara la mala pasada de encontrarnos en un entorno tan fraticida en lugar de, qué se yo, mi HABITACIÓN. Estas cosas me parten el alma, así que decidí hacerle una proposición, antes de que empezara la ronda. Saqué mi fajo de vales-por-un-euro de la tienda, sabedor de que estos niños no tienen un puto duro para gastar en Magic: The Gathering. Qué queréis que os diga, flipó cuando le dije que trabajaba allí, y no me costó mucho convencerle para que diera su ronda por perdida a cambio de 30 vales. Hicimos un poco el paripé durante la ronda y a los diez minutos avisamos al juez para que registrara mi ÉPICA victoria. 

2-0 


Como aún faltaba mucho tiempo para que empezaba la tercera ronda, le pregunté al crío si traía baraja de casa, para echar unas partidas en plan CASUAL al margen del torneo. Y sí, se la había traído, el típico mazo de 300 euros que acumulan estos personajillos con el dinero de pagas, cumpleaños, reyes, comuniones... Yo, por mi parte, saqué a Recaudadora. Esta baraja se basa en hechizos con los que ganas el control de las cartas del oponente, pasándolas a tu zona de juego. La sensación de PILOTARLA es como estar en un buffet libre, cogiendo lo que te apetece cuando te apetece. No gano muchas partidas, pero ese no es su cometido. Su cometido es ENGROSAR mi pool de cartas. Así, después de unas cuantas partidas y cuando el niñito hubo cogido confianza, gané el control de varias de sus cartas más caras y me rendí, felicitándole por lo bien que había jugado, al tiempo que mezclaba todo lo que había en mi parte de la mesa y me lo guardaba. El pobrecito no se dio ni cuenta, como tantos otros EFEBOS que pasaron por las manos de Recaudadora. Oh, por cierto, vino ayer a mi tienda. Menuda jeta se le quedó cuando mi jefe le dijo que los vales que traía carecían de valor comercial. No pude evitar descojonarme desde la trastienda, en la que me había escondido al verle entrar por la puerta. 


Ronda 3 
A pesar de todo, todavía me quedaban unos pocos minutos para empezar la siguiente ronda. Habréis podido comprobar que el tremendo esfuerzo mental que había desarrollado comenzaba a hacer mella en mí, tras tres horas de DURÍSIMA competición al más alto nivel. Era el momento del avituallamiento, así que me fui al baño, me encerré en una cabina y puse un SEÑOR tiro de coca en la tapa del wc. Impresionante, era justo lo que necesitaba, me sentía poderoso, el rey del mambo, Jon Finkel. Pero he aquí que la fatalidad se cruzó en mi camino. Este incidente que voy a relatar me resulta sumamente vergonzoso, pero no quiero mentiros, y prefiero que sepáis la verdad a contaros una mentira diciendo que perdí en buena lid. Yo no pierdo JAMÁS, y es mejor para mi reputación social que sepáis lo que pasó, pues lo último que quiero hacer es quedar como un perdedor. 
Ya sabéis que mi interés por el sexo es prácticamente inexistente, pero que las drogas desbaratan mis RÍGIDO armazón moral y me hacen cometer excesos que en un estado normal jamás cometería. Al salir del cuarto de baño me crucé con una de esas preciosas niñas PURAS, libre de las ataduras de la menstruación, dirigiéndose al cuarto de baño. De nuevo, tal y como aquella noche, mis piernas comenzaron a tomar sus propias decisiones, e hicieron que la siguiera hasta la puerta, para colarme detrás de ella una vez me hube cerciorado de que se había encerrado en una cabina. Me escondí en una contigua, y pude oír absolutamente TODO lo que hizo, cómo ese chorrito de maná celestial se mezclaba con las infectas aguas del váter. Una auténtica profanación de una esencia que bien podría usarse para llenar hisopos y bendecir a unos pocos elegidos. Cesó esa majestuosa sinfonía y tiró de la cadena, lo que me hizo sentir un profundo dolor en mi alma al saber desperdiciado semejante néctar. Pero el destino me reservaba algo especial, y es que cuando oí que había salido del baño me metí en la cabina que había terminado de usar. Me arrodillé para inspeccionar la taza y no pude evitar lamer con FRUICIÓN el borde de la taza, RECREÁNDOME en cada tramo hasta que de pronto, y de forma completamente inesperada, me topé con una gota de rocío que había logrado evadir su cruel destino. Oh, Dios mío, podéis creerme si os digo que aquella eyaculación que me sobrevino, con el pene completamente fláccido, ha sido la mayor de la VEINTENA larga que habré tenido a lo largo de mi vida. Inmóvil, yací junto a la taza, con la mente en blanco, sumido en un estado de plenitud ABSOLUTA. Lo único que me sacó de ella fue el roce con un trozo de papel higiénico, que a juzgar por su olor habría sido utilizado por la chica para limpiarse. Había recibido no una sino DOS bendiciones, esto debía ser una señal, así que anudé la tira blanca a mi brazo, tal y como hacían los caballeros medievales con el pañuelo de su amada, y salí a hacerme con la victoria para brindársela a ella. 
Pero he aquí que al salir del cuarto de baño la ronda ya había empezado, y al localizar a mi oponente me dijo que como había tardado más de diez minutos en llegar había avisado a un juez y me la habían dado por perdida. Ese hijo de la gran puta había demostrado un carácter totalmente ANTIDEPORTIVO y descortés, y aunque intenté hacerle ver que mi retraso se debía a una experiencia mística que acababa de vivir (omitiendo todos los detalles, claro), hizo caso omiso a mis ruegos. Le propuse de todos modos jugar las partidas sin que afectara al resultado, a lo que accedió. Hay una regla en este tipo de eventos y es que tienes que barajar tu mazo y luego el del contrario. Y así lo hicimos, pero aquí es cuando se la devolví. Gracias a mis conocimientos en el arte de la prestidigitación, le metí unas cuantas cartas adicionales de otras ediciones en la última partida, y me fui sin empezarla. Al muy gilipollas no se le ocurrió revisarla en la siguiente ronda, y pude verle entonces a lo lejos hablar con un juez antes de ser expulsado. Supongo que su contrincante le vería alguna de ellas cuando se descartara o le mirara la mano. 
Tras este duro golpe, empecé a mentalizarme para la siguiente ronda... 

2-1


Ronda 4: 
Después de mi injusta derrota, era hora de reponerse mental y físicamente. La COCAÍNA seguía corriendo por mis venas como litros de alcohol, y sí, ese cerco blancuzco que me dejé a propósito alrededor de las fosas nasales me daba un porte de hombre adinerado, pero necesitaba algo más, ese último empujón que me reenganchara de nuevo a la dinámica de la competición, después de tan duro golpe. Qué mejor para paliar el cansancio físico que algo de comida, esos potitos que CLARIVIDENTEMENTE había metido en la mochila horas atrás. He de decir que la semana que estuvieron expuestos al sol en mi habitación les dieron un BOUQUET inesperado, como de roquefort. No tardé en dar buena cuenta de ellos en una de las mesas que quedaron vacías, ayudándome de una carta doblada a modo de cuchara, y ante la atónita mirada del gentío, envidiosos de tan OPÍPARO banquete. Ternera a la jardinera, merluza hervida con verduras y fruta con galleta como postre. SUPERB. En cuanto a la parte anímica, me bastó con recordar a la damisela con la que me crucé saliendo de los servicios. Desanudé el trozo de papel higiénico de mi brazo, me lo llevé a la nariz, cerré los ojos e inspiré. Una melodía de aromas invadió mi pituitaria que, saturada por la superposición de sensaciones, apenas daba abasto a distinguir las distintas notas de nueces, amoniaco y Smacks de Kellogs. Me lo volví a atar y busqué a mi próximo contrincante. 
Llegué a la mesa con antelación, con lo que disfruté de una valiosísima VENTANA TEMPORAL para charlar con mi oponente y conocer sus debilidades. Me encontraba ante otro primerizo, al que la fortuna había dotado con un muy buen pool de cartas inicial, de modo que su baraja se jugaba prácticamente sola. Eso sí, me dijo que no dominaba muy bien las reglas, y que si se le pasaba algo, que supiera que no lo hacía con maldad. Ya comenté que a uno de estos Grand Prix se puede presentar cualquiera, y como tales, la mayoría son jugadores casuales, bastante condescendientes con los posibles fallos del otro, dando marcha atrás si es necesario o avisándole de eventuales acciones irregulares. Pero a pesar de todo sigue siendo un Grand Prix, en el que hay gente como yo que se juega LEVIATANESCAS sumas de dinero, por lo que el nivel de reglas (REL) que se aplica es Competitivo, con duras sanciones si se denuncian situaciones antirreglamentarias a un juez. A mí me hicieron trampas en la primera partida y pagué la misma moneda. Perdí mi tercera ronda en una decisión demasiado rigurosa, de modo que ahora me tocaría a mí demostrar mi ABISAL conocimiento de las reglas de Magic: The Gathering. 
Barajamos nuestros mazos y los pusimos a disposición del otro para que hiciera lo propio, tal y como dictan las reglas. Así lo hice yo, mientras que él se limitó a cortar mi baraja, en lo que supongo un gesto de confianza hacia mi RANDOMIZACIÓN o quizá un acto de extremo n00bismo. Levanté la mano y pronuncié enérgicamente "Judge!". Se acercó un juez y le expliqué que mi oponente se había negado a barajar y había optado por cortar, al tiempo que miraba la carta de abajo. Para eliminar a la gente cuando llega tarde tenían la mano muy larga, pero para estas cosas parece preferían la zanahoria al palo, pues se limitó a indicarle que su obligación era barajar mi mazo. La verdad, no di crédito ante tamaño despropósito, así que inicié un elaborado alegato en pro de una amonestación, apoyándome en el REL Competitivo del GP, con amplias referencias a la jurisprudencia y una EXQUISITA sintaxis y dicción fruto de mis ASOMBROSAS habilidades verbales, potenciadas por los efectos de la COCAÍNA. No tuvo más remedio que amonestarle, aunque me dirigió una mirada cargada de odio, seguramente porque le había dejado en evidencia. 
El tipo me estaba machacando en la primera partida, y yo estaría a unas pocas vidas de perder, mientras que él gozaba de un amplia ventaja en todos los aspectos. En todos menos uno. Puse todos mis sentidos en seguir sus acciones METICULOSAMENTE, en lugar de intentar defender lo que quedaba. Y efectivamente, en uno de sus turnos se olvidó de enderezar una tierra y robó carta, se dio cuenta de su error y la enderezó lanzándome una mirada cómplice. 
- ¿Qué pollas haces? - espeté. 

- Se me ha pasado tío, jeje, perdona. 

- ¿Es que no sabes las fases del turno? Enderezar-mantenimiento-robar. A veces me pregunto de dónde coño os sacan, joder. 

- Oye, que ha sido un error, además no he podido verla porque le habías puesto encima la manga de tu jersey. 
- ¿Encima me echas la culpa a mí? ¿Qué pasa, que tengo yo que estar pendiente de mantener no sólo mi GAME STATE sino también el tuyo? Mira, chaval, no tienes ni PUTA idea de con quién te estás jugando los cuartos. JUDGE! 

Se acercó el mismo juez y le expliqué la situación. No tuvo más remedio que amonestarle de nuevo, a pesar de los ruegos del chaval. Esto, amigo, no es la tienda de tu puto barrio, esto es Magic: The Gathering Competitivo, esto es SERIOUS BUSINESS. Más miradas de odio por parte del árbitro, retirándose a hablar con en un corrillo con otros de los suyos, mientras me miraban de reojo. 
Finiquité el asunto al principio de la segunda partida. En Magic: The Gathering se roban siete cartas de inicio, pero si no te gusta tu mano puedes hacer mulligan, que es barajarla y robar tantas como la vez anterior menos una. Como podéis adivinar, mi NÉMESIS decidió hacerlo pero se le pasó y volvió a robar otras siete. Y aquí hice mi última llamada al juez, que no tuvo más cojones que concederme la ronda, por reiteración de faltas de mi oponente, aunque intentó darme una moralina sobre el juego limpio y la caballerosidad. Mira tío, - le dije - esta MARCIAL victoria que acabas de contemplar es tan válida como si hubiese sido obtenida pasándole por encima. ¿Qué más da si he ganado en los despachos? ¿Acaso no hay un ciclista español que ganó el Tour meses después porque descalificaron al primero por dopaje? Da exactamente lo mismo, y si no fíjate en su caso y dime si no es igual de famoso que cualquier otro vencedor. Y ahora aparta de mi camino, que tengo un GP que ganar. 

3-1 

Ronda 5 
Una vez más, había terminado mi enfrentamiento con EXTREMA antelación, así que me di una vuelta por el interior del recinto, para hacer un poco de negocio. Hice mi primera parada en un par de chavalillos de unos diez o doce años, que ni siquiera llevaban las cartas para cambiar en un archivador, sino en un taco directamente. Me acerqué a ellos y les pedí que me las enseñaran. Receloso, el más valiente de los dos empezó a pasar cartas y yo iba diciéndole cuáles me interesaban. La verdad es que fue todo un reto para mí resolver esa situación, porque sin tener contacto directo con el material, me es imposible desarrollar todas mis destrezas PRESTIDIGITACIONALES. Finalmente, resolví con un jugada que, sin ningún ánimo de falsa modestia, cabría calificarla como DETERMINANTE. Me vino un flashback de mi etapa escolar, cuando iba con mi taquito de cromos y los niños, ya fuesen mayores, pequeños, amigos míos e incluso niñas, me daban una hostia por debajo de él cuando se los estaba enseñando, haciendo que cayesen al suelo, momento que aprovechaban para lanzarse a por ellos cual jauría. Cuánto aprendí en esa época, estudiando todos sus movimientos para desarrollar la técnica más refinada, día tras día, perdiendo MONOLÍTICAS cantidades de Zubizarretas, Butragueños, Ricardos, Ricardos IIs, Ricardos IIIs u Onésimos. Buen rendimiento he sacado a la larga de esos días, marcados por cientos de recreos en que era solicitado a cada paso por grupos de críos para que les enseñara el cambio, en los que era el niño más popular del colegio. Total, que fingí un estornudo, saqué mi pañuelo de tela con la F bordada del bolsillo del pantalón, y en el camino de subida hacia mi nariz aproveché para dar el toque MAESTRO y hacer saltar por los aires todas sus cartitas. Ruborizado, le ayudé a recogerlas, aunque al final recuperó una versión del taco original cuidadosamente LOBOTOMIZADA por mi parte, aprovechando la confusión del momento. 
También me pasé por un stand en el que había multitud de cajas con sobres. La atenta mirada de los dependientes exigía un nivel de refinamiento mucho mayor. Nada, no obstante, que no solucionase tras ojear un par de minutos la mercancía, para simular a continuación un ataque epiléptico, cayendo encima de la enclenque mesa donde descansaba el codiciado tesoro. A razón de un sobre capturado por convulsión, podéis imaginar el tremendo botín con el que me hice, puesto a buen recaudo en el interior de mi amplio jersey. Recuperé la compostura paulatinamente, a medida que la multitud que se agolpaba alrededor empezaba a ser considerable. Una actuación digna de la mejor escuela de actores. 
Nuevamente, me dirigí a la mesa donde disputaría la ronda. Un 3-1 es un resultado excepcional, y considerando lo tramposa, como he venido demostrando, que era la gente allí, no merecía la pena jugársela en un entorno hostil. Así que en cuanto se sentó el tipo saqué doscientos de los mil euros que llevé y le propuse que me concediera la ronda. Tras un primer momento de extrañeza, cogió sin dudar el dinero y me estrechó la mano. Teniendo en cuenta que el reparto de premios era el siguiente, fue un acto sabio por su parte, ya que, sabiéndose mal jugador, las posibilidades de acabar entre los 64 primeros serían muy escasas.
Regular Grand Prix
Summer Series
Place
Prize Money
Pro Points
Prize Money
Pro Points
1
$3,500
8
$4,000
10
2
$2,300
6
$3,000
8
3-4
$1,500
5
$2,000
6
5-8
$1,000
4
$1,500
5
9-12
$600
3
$1,000
4
13-16
$600
3
$750
3
17-32
$400
2
$500
2
33-64
$200
1
$250
1
Desgraciadamente, los cuatro jugadores que teníamos alrededor se dieron cuenta del trato, y amenazaron con llamar a un juez. Magnánimo, le di doscientos euros a cada uno, consumiendo los ahorros de toda una vida, pero asegurándome estar una victoria más cerca de mi consagración como jugador profesional de Magic: The Gathering, y amortizando la inversión llevándome los 4000 dólares de premio. 


4-1 

Ronda 6 
Permitidme contar una trágica historia antes de narrar los ULTRAJANTES acontecimientos que se dieron en esta sexta y FATÍDICA ronda. 
Tal y como he contado alguna vez, sólo he jugado una vez un torneo fuera de mi tienda. El formato era Tipo I, en el que se pueden usar prácticamente todas las cartas de Magic: The Gathering. Esto incluye las más caras, del orden de los miles de euros. En una ocasión me dieron de hostias por la calle, pues una banda de chavales intentó atracarme, y montaron en cólera al ver que sólo llevaba encima mis cartas. Me las arrancaron de las manos y las arrojaron al suelo, al tiempo que me derribaban y cosían a patadas. Después las recogieron, las rompieron y me arrojaron encima los pedazos. Afortunadamente pude salvar unas tierras básicas, ya que cuando caí procuré caer sobre ellas para salvarlas. Por este motivo, considero esa INTENSA pelea como un empate técnico, pues yo siempre río el último. Con este precedente, no iba a arriesgarme a sacar de mi casa mi valiosa baraja de 6000 euros de Tipo I para ir a una tienducha de mierda a jugar un torneo sin importancia, así que me imprimí unas fotocopias, las pegué encima de algunas cartas que no me servían y marché para allá. El dueño ejercía también como juez, y parece ser que se dio cuenta de que era el único que llevaba todos los pepinos carísimos, así que estuvo todo el rato detrás de mí, hasta que en un descuido cogió una de las cartas y descubrió lo que en realidad era. De nada me sirvió argumentar que tenía en casa las originales y que no las había traído debido a motivos de seguridad. Me echó a empellones para regocijo de los asistentes. 
Pues bien, este hijo de la gran puta resultó ser juez de la DCI, y por lo visto debió llegar a sus oídos mi METEÓRICA actuación en el GP, con lo que le tuve encima toda la ronda. Mi victoria fue rápida y AUTORITARIA, pero en el momento de darle el papelito con el resultado, me agarró de la mano y subió la manga de mi jersey, escapándose de ella todas las cartas que había usado para destrozar limpiamente a mi oponente. A pesar de mi increíble fuerza, no pude zafarme de su poderosa ligadura, así que empecé a lloriquear, en un esfuerzo por ablandar su corazón. No dio resultado, pero tuve la suerte de recordar esos documentales en los que el león tiene cogida por el cuello a la cebra y ésta se hace la muerta para que le suelte y pueda escapar. Y así hice, me desplomé en el suelo, con lo que no tuvo más remedio que liberarme. Hierático, pude oír cómo el cabrón pedía que trajeran la lista de mis cartas, y cómo se reía al comprobar que lo que había entregado no coincidía con mi baraja. 
Fue entonces cuando comprendí que mi sueño había acabado, pero a la vez supe que aún no había jugado todas mis cartas. Saqué lo poco que quedaba de la COCAÍNA que me quedaba, me levanté, me puse frente a él, introduje la nariz en el fundita y esnifé todo su contenido, en su PUTA CARA. Una fracción de segundo después, mis piernas cobraron vida nuevo, y proferí un terrible grito de batalla: JUMANJI!!!!!!111. Salí de allí saltando por encima de las mesas, sembrando el caos y la destrucción por donde pasaba, entre alaridos y ESTERTORES. Corrí y corrí sin saber adónde iba, pues eran mis extremidades las que mandaban. Crucé medio Madrid en FRENÉTICO trote, hasta llegar al que iba a ser mi penúltimo destino: la tienda del juez. Evidentemente estaba cerrada, pues él aún se encontraba en el GP. Me senté en la puerta sin saber muy bien qué hacer, hasta que mis INTESTINOS trajeron consigo la respuesta. Los potitos que tanto disfruté en el mediodía habían completado ya su tránsito por mi interior, motivados quizá por los extraños fermentos que habían desarrollado tras tantos días expuestos al sol. Bajé mis pantalones y solté una de las mayores cagadas de mi vida. No sólo estaba EXCRETANDO los pútridos potitos del mediodía, sino toda la rabia y frustración que me había generado el dueño de aquel antro. Comprendí entonces cómo a Kilgore en Apocalipse Now el repugnante hedor del Napalm le olía a victoria. 

Epílogo 
Poco más recuerdo de aquella noche. Después de efectuar la gran cagada mis piernas volvieron a hacerse las dueñas de mi cuerpo y se pusieron en marcha. Desperté a la mañana siguiente en Plaza de España, con los bolsillos rajados, sin la cartera y sin rastro de mi mochila. Posiblemente había sido víctima de un atraco mientras dormía. Apoyé la cabeza en mi brazo y comencé a llorar. Pero amigos, justo en ese momento descubrí que no se habían llevado la tira de papel higiénico. Una vez más, la desaté y aspiré su perfume. Y allí, en pleno centro de Madrid, sólo existíamos ella (la tira) y yo. Me bajé los pantalones y me masturbé en esa extraña intimidad, sabiendo que, de nuevo, volvía a reír el último.

Textos e imágenes sacadas del blog: randomsouthplayer.blogspot.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espectacular. Tienes un talento inmenso para la escritura.

Anónimo dijo...

jajajaja eres un completo tarado quieres ser profesional y no sabes lo que es la dci jajajjajajaja me cago de risa jajajjajajaa

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